sábado, diciembre 23, 2006

Muere el rey, viva el rey

Por: Mario Campos

El 20 de noviembre en la noche, Andrés Manuel López Obrador debe haber descansado como hace tiempo no lo hacía... Durante la tarde, miles de personas lo habían aclamado como presidente legítimo; el acto había estado enmarcado por una espectacular escenografía, y los medios, esos ingratos que antes lo seguían a todas partes, habían vuelto a mirarlo con atención.

Lo malo para el ex candidato presidencial es que la ilusión de ser nuevamente el protagonista de la vida pública, le duró apenas unas horas. A las ocho de la mañana del día siguiente, la terca realidad se impuso. Alejado en extremo de la solemnidad del día anterior, Felipe Calderón presentaba la primera parte de su gabinete. La noticia fue un dardo mortal para las aspiraciones de Andrés Manuel, que vio cómo la agenda de los medios se volcó en un solo tema: el nuevo equipo presidencial.

Atrás quedó la polémica sobre el águila que acompañó su imagen, poco se habló de sus propuestas, y, en realidad, ni siquiera los críticos se dieron vuelo señalando los decrecientes niveles de asistencia. Estaban ocupados comentando la currícula de Agustín Carstens y compañía. El hecho en sí mismo resulta revelador.

Por un lado, al mostrar que el tiempo ha servido de aliado del Presidente electo: hoy, la nota es el futuro gobierno; lo que viene y no lo que pasó. Pero también porque mostró que en el equipo del Presidente electo saben usar la comunicación política.

Hace unas semanas, López Obrador presentó a su equipo de colaboradores, a su gabinete legítimo. El mismo día, por la tarde, Carlos Hermosillo abandonaba la casa de transición. La imagen fue suficiente para alimentar los rumores luego confirmados: el ex futbolista lleva mano en su camino hacia la CONADE. La filtración, por sí misma, apenas trasciende en importancia a la esfera deportiva nacional; en sus efectos, fue más allá al recordar que presidente, lo que se dice Presidente, sólo habrá uno.

Desde entonces cada día se percibe más fuerte ese mensaje. Las encuestas son fulminantes. Para la opinión pública, López Obrador se ha desdibujado. Es cierto, sus seguidores son aún muchos, y los que quedan, seguramente estarán más convencidos que hace apenas unos meses. Pero las cifras ahí están y las tendencias no mienten, el lopezobradorismo se ha encogido.

Y a su paso va dejando a la vista las divisiones al interior de su partido. La disidencia, contenida por el calendario de la resistencia de AMLO, va aflorando poco a poco. Esta misma semana, Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general del PRD, reconoció que sus mandatarios estatales no participarían en las protestas del 1 de diciembre. Los gobernantes, dijo, no pueden estar sujetos a los caprichos del partido. Ante tanta elocuencia sólo faltó agregar, "me estás oyendo inútil".

Por su parte, los bejaranistas afilan sus cuchillos y acusan a Nueva Izquierda, la corriente de Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete, de querer negociar con el gobierno. Prueba de las tensiones, contenidas por la esperanza del triunfo previas al 2 de julio, que se agudizarán de aquí al próximo consejo perredista en el que renovarán su dirigencia.

Pero aquí no acaban las malas noticias. Mientras López Obrador se va quedando solo y necesita reforzar su influencia sobre el gobierno de Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno convertido en regente por AMLO, Felipe Calderón confirma su coalición ganadora. Mirar al gabinete es echar un vistazo a la historia detrás del resultado de la pasada elección.

Ahí están los priistas/expriistas que se la jugaron con el michoacano. Por amistad o por afinidades ideológicas dieron el brinco Luis Téllez y Javier Lozano, entre otros. Lo hicieron cuando hacía falta y ahora han sido recompensados. Misma retribución que recibieron los panistas Eduardo Sojo y Rodolfo Elizondo, colaboradores del foxismo que a la hora de elegir dejaron solo a Santiago Creel para apoyar a su ahora jefe.

Ex priistas, foxistas y, por supuesto, panistas, son los secretarios presentados hasta ahora. Portadores del mensaje que quiere enviar Calderón: en su equipo se premian las lealtades, las capacidades técnicas y la vocación negociadora. Veremos cómo funciona la selección.

Por ahora le ha salido bien. Al menos durante esta semana la atención ha estado puesta donde él la quiere. En el área económica, la línea es el liberalismo con especial acento en su impacto social; en el área social, se trata de poner a prueba al panismo. Por lo menos en el corto plazo, resulta relativamente mejor que se experimente en la segunda área y no en la primera, aunque aquello de rebasar por la izquierda parece que deberá esperar para mejores tiempos.

Pero que nadie se confunda. Que el poder siga su lógica y los reflectores sigan al poder, es una buena noticia para Calderón; sin embargo, el problema de las diferencias entre los mexicanos aún no se ha resuelto. Producto de la transición y de la decisión de los electores, el poder ya no es lo que era. Hacen falta otros para gobernar y ahí están los conflictos, aguardando a que pasen los festejos por el ungimiento de la nueva figura, para recobrar los reflectores.

macampos@enteratehoy.com.mx